Cocinando en buena compañía

Como ya comenté en entradas anteriores, cada domingo me he propuesto elaborar una receta del gran libro «El arte de la cocina francesa» de Julia Child. En esta ocasión, me he decantado por un plato de pescado «Filets de poisson gratinés, à la parisienne», lo que viene a ser, filetes de lenguado escaldados en vino blanco; salsa de nata y yema de huevo.

Ha sido toda una experiencia cocinar este plato. Tenía un poco de miedo porque para preparar la salsa parisienne, tenía que hacer besamel y siempre me queda con grumos. Pero en esta ocasión ha ocurrido algo mágico. Mientras la hacía, he recordado a mi amona Julia (también se llamaba Julia), que era una cocinera estupenda además de ser la mejor amona del mundo. Recuerdo cómo hacía la besamel y siempre le quedaba exquisita. Mientras removía la harina con la mantequilla y la leche pensando que los grumos no iban a desparecer, me he visto junto a ella, entre sus fogones, preguntándole por todo lo que hacía. Ese mismo aroma de la besamel me ha trasladado hasta aquella casa donde pasé tan buenos momentos y donde me regaló tantos consejos culinarios. Ojalá los hubiera apuntado pero claro, cuando una es niña, se cree que los abuelos van a estar ahí siempre.

Y por primera vez, después de haberla elaborado en muchas ocasiones y siempre sin éxito, al mirar el cazo, me he encontrado con una besamel perfecta, como la de mi amona. Mientras terminaba de cocinar el plato la he sentido a mi lado en todo momento, guiándome en cada paso para lograr esta exquisitez.

A mi mujer le ha encantado y para mí, ha sido una de las salsas más ricas que he probado nunca. Si teneis ocasión, probarla. Hasta entonces, «Bon Appétit».